Llevo una gran parte de mi vida aprendiendo y enseñando idiomas. Mi experiencia enseñando alemán, inglés y español como lenguas extranjeras en escuelas tradicionales, escuelas de idiomas y escuelas en línea me ha demostrado, una y otra vez, el problema de intentar mantener artificialmente el ritmo de aprendizaje de todo un grupo. Hace poco más de 3 años, gracias a un estudiante, entré en un campo en el que nunca habría reparado como profesora formada: el desarrollo de software. Ahora trabajo para una plataforma de aprendizaje de idiomas llamada Chatterbug con sedes en Berlín y en San Francisco. Ese alumno es nuestro director ejecutivo y fundador.
En Chatterbug, dirijo el equipo de currículo, formado por lingüistas, profesores y diseñadores, pero también trabajo de cerca con el equipo de ingeniería. Trabajar en un equipo multidisciplinar es una experiencia fantástica, porque lo que normalmente descubrimos en nuestras reuniones es que los diseñadores de software no saben qué tecnología necesitamos para enseñar mejor y nuestro equipo de currículo no es plenamente consciente de cuáles son las posibilidades que nos ofrece la tecnología de hoy. Se acuerdan de cuando Henry Ford dijo: “si hubiera preguntado a mis clientes qué necesitaban, me hubieran dicho que un caballo más rápido”. Así es que mi equipo y yo con frecuencia le decimos a nuestros ingenieros “necesitamos caballos más rápidos”, y ellos “bueno, hay otra cosa que podríamos intentar, se llama auto…”. Las nuevas funcionalidades se crean en dos pasos: nuestro equipo de educadores describe el problema y lo que quiere lograr en términos pedagógicos, y junto al equipo de ingeniería se diseñan las herramientas necesarias para resolverlo. Es por eso que me gustaría hablar de lo que he aprendido en Chatterbug sobre el potencial que alberga la tecnología para revolucionar la educación.
El estatus quo
¿Cuánto de lo que aprendiste en la escuela puedes recordar? En los sistemas escolares con los que crecimos la mayoría de nosotros, nos agrupan con otros estudiantes generalmente por edad o a veces por capacidad, y el objetivo del profesor es que todo el grupo vaya al mismo ritmo. Así que lo que suele ocurrir en las clases de idiomas es que el profesor explica, nosotros practicamos, volvemos a casa y hacemos la tarea. En la siguiente clase, más de lo mismo. Después de unas semanas, hacemos un examen. Pero, ¿para qué sirve la nota? ¿Qué estamos evaluando? ¿Es para saber quién es el mejor estudiante? ¿Para mantener la motivación? ¿Se supone que las pruebas son los objetivos de los estudiantes?
Esto es lo que realmente sucede: en un examen, tal vez yo consiga el 75%, quizás tú hagas bien el 90% y otra persona obtenga el 95%. A pesar de que la prueba haya identificado carencias en nuestro conocimiento -yo no sabía el 25% del material-, la clase entera pasará al siguiente tema que es más avanzado y que se basará en conocimientos previos. Quienes diseñan planes de estudios lo hacen asumiendo que los estudiantes aprenden el contenido de una unidad en su totalidad antes de avanzar a la próxima.
Sam Khan, creador de la Khan Academy (una plataforma que proporciona contenido educativo gratuito) hace esta gran analogía que muestra lo absurdo que es el actual sistema de enseñanza. Imagínense si hiciéramos otras cosas en nuestra vida de la manera como se trabaja en las instituciones educativas.
Tomemos como ejemplo la construcción de una casa. Traemos a un contratista y le decimos: “Tenemos dos semanas para construir los cimientos de la casa. Háganlo lo mejor que puedan”.
Y hacen lo que pueden. Quizás llueve, quizás algún material no llega. Dos semanas después, el inspector aparece, echa un vistazo y tienen una conversación que sería algo como:
–Ok, el cemento está aún húmedo por allá, esa parte no sigue exactamente la normativa. Le doy un 80%.
–¡Genial! Eso es un aprobado. Ahora la primera planta.
Lo mismo ocurre con la primera planta. Dos semanas para que el contratista haga lo que pueda. Entonces el inspector aparece y le da un 75%. Buen trabajo. Continúen y hagan la segunda y tercera planta. Pero, de repente, mientras trabajan en la tercera, toda la estructura se derrumba.
Cuando la estructura se derrumba los expertos en educación suelen hablar mal del contratista, otros opinan que quizás hubieran hecho falta más o mejores inspecciones.
El problema de los exámenes
Las examinaciones estandarizadas tienen su lugar. El problema de las pruebas en la educación es que en lugar de medir los objetivos y cumplir con los estándares educativos, se utilizan como herramienta de aprendizaje. Y las puntuaciones o calificaciones son castigos o recompensas. Los errores nunca se enmarcan como piezas que faltan en el camino hacia la perfección, sino más bien como fracasos. Los exámenes, muchas veces con deficientes estrategias de diseño, ni siquiera reflejan las competencias de los estudiantes. Si así fuera, entonces los estudiantes que obtienen más puntos en matemáticas serían más capaces de procesar información y razonar de manera abstracta. Diversas investigaciones demuestran que las puntuaciones altas de exámenes estandarizados tienen poca correlación con la memoria, la atención y la velocidad de procesamiento cognitivo. Un resultado alto en un examen significa, a menudo, que el estudiante simplemente sobresale en memorización y estrategias para responder preguntas.
Entonces, ¿cuál es la alternativa? Durante la mayor parte de mi trayectoria profesional, me he estado haciendo esa pregunta.
El futuro de la enseñanza de idiomas
“La enseñanza de idiomas en 2030: ¿game over para los humanos?” Esta es una pregunta importante porque nunca ha habido tanto potencial ni oportunidades como ahora para innovar en el aprendizaje de lenguas y para pensar en qué partes del modelo actual de aula sobrevivirán y cuáles pasarán a la historia en la próxima década. Esto se debe, en gran parte, a los diez años de ciencia ficción ininterrumpida que hemos visto hecha realidad y que hemos disfrutado. Desde la inteligencia artificial de Silicon Valley que puede vencer a los mejores jugadores humanos de Go!, hasta presentadores de noticias diseñados con IA que son difíciles de distinguir de las personas reales.
Xinhua’s first English #AI anchor makes debut at the World Internet Conference that opens in Wuzhen, China Wednesday pic.twitter.com/HOkWnnfHdW
— China Xinhua News (@XHNews) November 7, 2018
Arthur C. Clarke, escritor británico, autor de notables novelas y relatos de ciencia ficción como 2001: Odisea del espacio una vez dijo: “Cualquier profesor que pueda ser sustituido por una máquina, debería ser sustituido por una máquina” . El Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), en Estados Unidos, fabricó un robot de asistencia social que ofrece enseñanza personalizada para niños. El pequeño robot llamado Tega funciona en combinación con un aplicativo de aprendizaje y proporciona una estrategia de motivación personalizada.
En los actuales debates sobre la digitalización de la educación, el reemplazo del profesor por herramientas como estas no es un tema poco frecuente. Sin embargo, por más que la idea parezca algo siniestra para algunos y tentadora para otros, las máquinas nunca serán capaces de hacer lo que lo seres humanos somos realmente buenos haciendo: conectarnos emocionalmente, pensar de manera crítica, crear vínculos y sentir empatía. Desgraciadamente, muchos profesores no pueden hacer buen uso de esto porque están demasiado ocupados repartiendo y corrigiendo exámenes, presentado información frente a la clase o atareados tratando de mantener el ritmo colectivo del grupo.
La evolución de los canales de transmisión de la información
Es solo cuestión de tiempo que las clases presenciales sean reemplazadas por videos y otros sistemas interactivos y audiovisuales. Es improbable que, dados los beneficios de los videos (con los subtítulos y la capacidad de reproducir, rebobinar y pausar), el modo preferido de recibir contenido, incluso de aquí a 10 años, sea mediante un profesor de pie delante de los alumnos. Esta transición ya se está produciendo con la creciente popularidad de las plataformas educativas en línea que proveen solo vídeo, como Khan Academy o Udemy, y la popularidad de los cursos grabados en vídeo de universidades tradicionales como Stanford y Cambridge.
Los tests de vocabulario que durante mucho tiempo se han considerado como un elemento básico de todas las clases de idiomas, están siendo sustituidos por programas de repetición espaciada. En lugar de pruebas idénticas para todo el mundo, estas aplicaciones ya son capaces de hacer predicciones sobre cuándo un estudiante va a olvidar una palabra y optimizar el proceso de revisión para cada individuo basándose en el rendimiento.
Y lo que es más emocionante es que podemos reducir la carga de trabajo de los docentes si llegamos a comprender que ahora que tenemos la información literalmente en la palma de la mano. Se necesitan crear sistemas inteligentes que se adapten y personalicen el proceso de aprendizaje según las necesidades, el ritmo y los objetivos e intereses de cada estudiante.
Separando el trigo de la paja
Las investigaciones son hoy en día más importantes que nunca. Esto me hace preguntarme por qué nuestros sistemas académicos siguen proveyéndonos tanta información en la era de Google, YouTube y Wikipedia, en lugar de enseñar a nuestros estudiantes a distinguir las fuentes fiables de las no fiables, o de enseñarles cómo investigar, innovar y abordar los problemas con soluciones creativas.
Los servicios de Internet y la inteligencia artificial están generando una gran cantidad de oportunidades que hacen que el aprendizaje personalizado deje de ser un concepto utópico porque los ingredientes para hacerlo bien están cada vez más a nuestro alcance. Esta es la razón por la que trabajar en la tecnología para la educación es tan fascinante para mí.
Mastery Learning
A finales de la década de los sesenta, Benjamin Bloom, un influyente psicólogo y pedagogo estadounidense que hizo contribuciones significativas relacionadas con el campo del aprendizaje y el desarrollo cognitivo, propuso el concepto de Mastery Learning (Aprendizaje de dominio). La idea de aprender hasta dominar algo consiste en asegurar que los estudiantes alcancen un alto nivel de comprensión y sean capaces de aplicar ese conocimiento en diferentes contextos. Para lograrlo, necesitamos ser flexibles en todo, excepto en el resultado: llegar a dominarlo por completo. El cuándo y el cómo son variables que siempre cambiarán de un estudiante a otro.
Este modelo ha sido uno de los métodos más estudiados en los últimos 50 años. Estudiantes de diversas materias obtuvieron resultados consistentes y positivos, y sin embargo, a pesar de la creciente evidencia empírica a su favor, muchos programas de “Mastery Learning” en las escuelas han sido reemplazados por formas más tradicionales de enseñanza.
En los años sesenta o incluso hace 15 años, los programas en los que cada estudiante seguía su propio ritmo de aprendizaje requerían una gran infraestructura y un alto nivel de compromiso, flexibilidad y capacitación por parte del profesor.
Hoy en día, este método vuelve a tener vigencia y para lograr estos objetivos, sólo se necesita invertir el aula, convirtiendo las clases en lugares para poner en práctica los conceptos, en vez de un lugar para asistir a las charlas del profesor. Un aula invertida cambia el ambiente de aprendizaje tradicional y ofrece un contenido instructivo, a menudo online, fuera del aula, llevando las actividades prácticas a la clase. Y esto es lo que nos inspiró en Chatterbug para crear el mejor sistema de aprendizaje de idiomas.
Chatterbug
En Chatterbug, el poder de nuestro producto es que con una combinación de recursos de ingeniería y expertos en lenguas, hemos logrado invertir el aula por completo. Todos en la empresa están aprendiendo su segunda, tercera o, en algunos casos, séptima lengua, y todos contribuyen con ideas para crear mejores herramientas de aprendizaje.
Lo que nos destaca son las clases particulares online, donde nuestros estudiantes practican con un tutor/una tutora diferentes escenarios de la vida real en la lengua extranjera: desde pedir comida hasta simular una entrevista de trabajo. Hemos empleado una gran cantidad de tiempo en investigar y desarrollar la creación del contenido que guía a los estudiantes a través de estas clases de conversación. Esto no es solo porque creemos que hablar es esencial, sino también porque hablar en un idioma extranjero suele ser el aspecto más abrumador del proceso. En cada clase, proporcionamos contenido para desencadenar interacciones significativas y relevantes para la vida cotidiana.
La otra parte del sistema tiene como objetivo enseñar vocabulario con nuestras herramientas de autoaprendizaje. Esta es la parte externa a las clases del sistema. Usamos la repetición espaciada para asegurarnos de que no te olvides las palabras que estás aprendiendo. Con la ayuda de algoritmos que planifican la revisión del contenido, aprenderás todo el contenido que te servirá en las clases luego. Para aprender gramática, presentamos las reglas en un lenguaje sencillo y cercano, a lo que les siguen una serie de ejercicios específicos.
La ventaja de aprender en tu propio horario no es solo la flexibilidad -más acorde con nuestras agendas superocupadas de hoy en día- sino que también tiene el agradable efecto secundario de que te permiten elegir los momentos del día en los que eres más productivo, estás más concentrado o más motivado para aprender. Hace poco he descubierto que aprovecho mejor mis clases de francés al final de la mañana, así que intento no reservar ninguna clase a la tarde. Después de las 6 de la tarde no estoy muy concentrada y solía matar de aburrimiento a mis tutores.
¡Escoger las horas correctas para aprender puede tener un gran impacto en tu progreso!
Mi tutora de francés y yo en una clase por la mañana (izquierda) y en una al final de la tarde (derecha).
El movimiento Chatterbug
Chatterbug te va exponiendo a nuevos contenidos a medida que avanzas en el plan de estudios. Esto ocurre de forma natural y gradual dependiendo de tu propio progreso. Nuestro plan de estudios está diseñado según los estándares del Marco Común Europeo de Referencia para las Lenguas (MCER).
Lo más importante es que el tiempo de la lección se reserve para practicar y consolidar el material que has aprendido, no para explicártelo. De esta manera, las actividades de clase son más interesantes, divertidas y más productivas.
Construimos Chatterbug así porque creemos que es de esta manera como uno debe aprender cualquier materia. Tenemos la visión que el sistema debe ser flexible, inteligente y totalmente personalizado a tu estilo de aprendizaje. ¡Pero aún queda mucho trabajo por hacer y la inteligencia artificial o la realidad virtual darán paso a nuevos horizontes aún desconocidos que estamos ansiosos por explorar.
Para mí, Chatterbug es parte de un movimiento que se propone llegar a un mundo en el que la tecnología hace lo que mejor sabe hacer: proporcionar sistemas flexibles, inteligentes e individualizados para desafiar a cada estudiante en el momento adecuado y en la cantidad adecuada fuera de las aulas. Mientras que los profesores continúan haciendo lo que mejor saben hacer: tener interacciones que les sean valiosas a los estudiantes, como dar feedback y guiarlos en sus habilidades metacognitivas enseñándoles a aprender, a coordinar proyectos y a resolver problemas. Darle paso a una nueva era donde los docentes se vuelven los mentores de los alumnos, proporcionándoles intervenciones para mejorar sus destrezas comunicativas y otras habilidades tan importantes en la vida laboral como la organización del tiempo, el liderazgo y la asertividad.
Creo que nuestro sistema educativo debe ir e irá en la dirección de tener una mayor colaboración entre los expertos en educación y los expertos en tecnología. Está claro que los sistemas construidos solo por uno u otro grupo no proporcionan soluciones atractivas o efectivas.
Para revolucionar la educación, debemos aumentar los esfuerzos para usar máquinas que humanicen el aula. Si logramos invertir las aulas en las escuelas, los profesores tendrán siempre mucho que hacer. Si no lo conseguimos, es probable que sus puestos de trabajo sean cada vez más prescindibles o, lo que es peor, que los profesores se vean cada vez más sobrepasados por un trabajo que podría ser automatizado.
Mi argumento no consiste en que incorporando una gran cantidad de herramientas inteligentes la educación se convertirá en un sistema mecánico, sino que siempre se tratará de personas. Todos recordamos a un puñado de profesores que nos inspiraron, guiaron o estimularon o de alguna manera nos conectaron con sus materias. Algunos de nosotros incluso terminamos eligiendo carreras relacionadas con estas experiencias. De esto se trata la educación.
La tecnología libera de trabajo a los profesores para que tengan más interacciones con sus estudiantes, que es justamente lo que los humanos hacemos excepcionalmente bien: tener conversaciones que despiertan pasiones para toda la vida.